Con una mirada solía desarmarme, con una mirada y también
con un breve sermón, qué bella manera de traer abajo mi ego colosal. Luego, me
dejaba pensativa las siguientes horas, los siguientes días, en realidad; una
vez que lo enseñado hacía efecto, aparecían mis ganas locas de volverlo a ver,
de abrazarlo, de colocar mis brazos alrededor de su cuello, de pararme de puntitas
para alcanzar su boca. Hoy, solo puedo buscarlo en sueños...porque estando
despierta, intento esquivar todo pensamiento que se dirige hacia él...
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