A la defensiva.

Una barrera enorme construyo para que nada me alcance, para que nada me hiera; cuando existe la posibilidad de que el dolor se asome, me agazapo, escondo mi cabeza por debajo de las ramas del arbol más cercano y espero el momento preciso para salir corriendo...cuando siento que por fin estoy en un lugar seguro, construyo una nueva barrera, pero esta vez, una más grande, más gruesa. Aún así, siento que alguien me acecha, que está listo para clavarme otro puñal en la espalda...

Lejos.

Me rodeaste con tus brazos, suavemente me llevaste hacia tu pecho y me prometiste que pronto todo lo que me atormentaba pasaría. Y desde ese día no me dejaste sola ni un instante, fuiste tras mis pasos lánguidos, pendiente de mi sombra, atento a mis cortas sonrisas y jodidos lamentos.

Lamiste mis heridas cuando sangraban, bajaste el volumen de tu voz para que esta acariciara mis temores, tu hiperactividad la dejaste de lado, posaste tu atención en mí, en mi diminuta existencia; muchas veces, te armaste de valor para carajearme, aún cuando cualquier regaño me desarmaba.

Desde que partiste no he dejado de soñarte, de abrazar tu ausencia, de extrañar tu locura, a veces enumero mil formas para llegar hacia ti, pero nada es suficiente, porque aunque en algún momento volvamos a cruzar miradas, tú siempre estarás lejos de mi alcance, siempre...

Regresa.

¿Dónde estás? Empaca tus maletas y regresa a este pedazo de tierra, hazme reír con tus ocurrencias, cárgame y elévame a la altura de las nubes. Regresa, hazme sentir que estoy viva, mi lazarillo querido, regresa...

Adiós.

Guardo los regalos que me hiciste; las fotos que cuentan un poco de nuestra historia aún se mantienen en esta laptop; las cartas y dibujos que trazaste con tanto esfuerzo y amor descansan en un sobre; no quise eliminar nada, me esmeré por cuidar los pedazos de nuestros corazones rotos representados en estos objetos.

En dos días se cumplirán seis meses de tu ausencia, seis meses que establecí como plazo para también dejarte atrás...desde hace más de una semana te presentas en mis sueños, he asumido que te estás despidiendo, que pronto dejarás mi alma, que serás un recuerdo más...sin valor...

Es todo cuanto tengo que decir, este YO que hoy te escribe te seguirá esperando frente al mar, junto a la cometa que alguna vez volamos...en cuanto a mí, me despido, ya no más líneas, ya no más...

De toda una gran historia, quedan los protagonistas que hoy son solo dos desconocidos que tuvieron el placer (o la desgracia) de toparse alguna vez...

(Siempre creíste que estaba rayada, ya ves...tenías razón)

El último bastión.

Estos días, me aferro al último recuerdo de nosotros, a aquella sensación de posar mis labios sobre los tuyos, de sentir sus pequeñas rajaduras, de ver de soslayo tus ojos chinos entreabiertos y tu cara de sorpresa; ¿qué pasará cuando deje de extrañarte?, ¿cuándo la resignación haya llegado a su máximo esplendor?
Siendo sincera,  nunca imaginé una vida sin ti, nunca creí que te ibas a marchar, nunca pensé que hoy estaría remilgando los jirones de mi piel para no olvidar la sensación de tenerte cuerpo a cuerpo.
Cinco meses y medio de tu ausencia, ¿será verdad que se requieren seis meses para superar una relación fallida? Cuento las semanas...quizá a fin de mes esté sepultándote y haya decidido, de una vez por todas, abandonar este último bastión.